¿QUÉ ES ESO DEL “CONTUBERNIO JUDEO-MASÓNICO-COMUNISTA”?Esto
del
“contubernio judeo-masónico-comunista”
fue una expresión muy difundida durante
los cuarenta años de la dictadura franquista. Con cierta
frecuencia se ha dicho
que Franco quiso ser masón en sus años mozos, y
que, rechazado por La persecución a machamartillo de los masones españoles, llevada a cabo por Franco, comenzó casi con la sublevación militar del 18 de julio de 1936. El primer decreto contra la masonería está fechado el 15 de septiembre de ese mismo año. Según este decreto, se la declara contraria a la ley, y sus miembros son considerados bajo la categoría de criminales rebeldes. El
21 de
diciembre de 1938, Franco decreta que sea destruido cualquier
símbolo,
inscripción, emblema, documento o propaganda de
carácter masónico, y tal
prescripción incluye, incluso, a las iglesias y los
cementerios donde hubiera
alguna señal masónica, todo ello en el plazo de
dos meses. España no podía
estar contaminada. España no. Que no quedara memoria de la
masonería, ni una
huella, pues según el dictador y toda la cohorte de
historiadores añorantes de
esa época, a la masonería se le pueden adjudicar
todos los males patrios, desde
la pérdida de las Colonias, la guerra de “Es tal el daño que esta sociedad perniciosa ha causado a España, que no pueden la masonería ni los masones quedar sin un castigo ejemplarísimo. Castigo ejemplar y rápido es lo que piden todos los españoles para los masones, astutos y sanguinarios. Hay que acabar con la masonería y los masones”. Y un par de semanas después, el 2 de octubre de 1936, un periódico andaluz de idéntica ideología, El defensor de Córdoba, declaraba: “Todo va bien, gracias a Dios...
Pero el triunfo no
será completo, definitivo ni estable, mientras subsista Las llamadas al exterminio de los masones fueron constantes durante los tres años que duró la contienda, pero la depuración no terminó con ella. A punto de acabar la guerra, y después de haber sido asesinado sin juicio previo todo masón que no había podido huir de la zona nacional, el Gobierno constituido por medio de las armas dicta la primera ley contra la masonería el 9 de febrero de 1939, la llamada “Ley de Responsabilidades políticas”. En último lugar, igualados a los partidos políticos y las agrupaciones de toda clase, aparecen como “fuera de la ley” “todas las logias masónicas”. No acabó aquí, sin embargo, el furor antimasónico del general Franco. Poco después, pero en el mismo año 39, pretendió crear una ley absolutamente criminal, según la cual, y con carácter retroactivo, se pudiera fusilar a cualquier persona que en otra época hubiera sido masón. Se negaron a ella, junto al propio nuncio, monseñor Cicognani, el entonces ministro de justicia, conde de Rodezno, y el entonces ministro de Instrucción, don Pedro Sainz Rodríguez. Cuatro décadas más tarde, en una entrevista concedida a Ángel María de Lera a propósito de la legalización en España de la masonería en 1979, Sainz Rodríguez recordaba este hecho con las siguientes palabras: “Yo
me opuse en un Consejo de Ministros a que saliese una ley de
persecución de No
obstante, sólo un año después, cuando
ya Sainz Rodríguez había dejado de ser
ministro, el 1 de Marzo de 1940, se promulgó la
“Ley para la represión de la
masonería, comunismo y demás sociedades
clandestinas”. Aquí es, por primera
vez, cuando aparecen identificadas dos corrientes tan
antitéticas como la
masonería y el comunismo. Lo que se consiguió fue
sólo un aplazamiento, pues la
ley se llevó a cabo, e incluso se creó el
Tribunal Especial para Por supuesto, su negativa a que esta ley se llevara a efecto, le acarreó más de un problema a don Pedro Sainz Rodríguez, que desde entonces sufrió la tontorrona sospecha, por parte del general Franco, de que pertenecía o había pertenecido a la masonería. Aunque nunca lo hiciera público ni se lo diera a ver. No obstante, desde entonces, cada vez que el dictador hablaba con alguien sobre Sainz Rodríguez, se refería a él como al “hermano tertulión”, por lo aficionado que era a las tertulias. Un último dato quiero destacar sobre este hombre. Con la llegada de la democracia, fue precisamente Sainz Rodríguez una de las primeras personas que impulsaron los estudios serios sobre la masonería, para tener un conocimiento profundo y riguroso sobre ella, libre de leyendas negras y rosadas que a nada conducen. Y estamos hablando de un hombre que se declaraba a sí mismo como ortodoxo católico, conservador y monárquico liberal, partidario, en la época de Franco, de la monarquía de don Juan de Borbón. En la misma entrevista a la que aludí anteriormente, se refiere a esta preocupación intelectual en los siguientes términos: “Por
eso pensé que debía escribirse una verdadera Historia
de Siguiendo su útil consejo, eso es precisamente lo que he hecho antes de empezar a escribir este libro. José Antonio Ferrer Benimeli es una de las autoridades a las que he seguido a lo largo del proceso de documentación. No deja de ser curioso que sea precisamente un jesuita uno de los más destacados conocedores de la masonería. A él me referiré en multitud de ocasiones a lo largo de mi exposición. Pero volvamos al famoso “contubernio”. ¿Qué tienen que ver la masonería y el comunismo? Oigamos a Benimeli: “La
identificación o binomio masonería-comunismo, tan
arraigado en algunos países,
resulta tanto más desconcertante cuanto que durante mucho
tiempo las únicas
naciones en las que la masonería estaba prohibida, por tanto
fuera de la ley, y
en consecuencia perseguida, fueron precisamente España,
Portugal y Es decir, la estrategia de los autócratas que precisan de una bestia negra a la que echar la culpa de todos los males y justificar así las tropelías que ellos cometen. La de Hitler fueron los judíos; la de Stalin, los trotskistas; la de Franco, los masones. En cuanto a la masonería, resulta curioso comprobar cómo estuvo proscrita por todos los fascismos, fueran estos de la mal llamada “derecha” o de la mal llamada “izquierda”. El caso soviético fue especialmente elocuente en su odio, similar al de Franco. En Rusia estuvo prohibida desde la llegada de los bolcheviques al poder en 1917. Como botón de muestra, basten estas palabras de Trotsky en uno de sus escritos: “La
masonería es tan reaccionaria como Lo
mismo ocurrió en Aún
más retorcida fue la justificación de
Hitler durante su mandato en El 1 de marzo de 1942, el Reichsmarschall del Gran Reich alemán, Hermann Wilhelm Goering se pronunciaba en estos términos: “La lucha contra los judíos, los francmasones y las otras potencias ideológicas en lucha contra nosotros, es una tarea urgente del nacional socialismo durante la guerra”. Los
llamados SS nacionalsocialistas fueron instruidos en el odio a los
masones a
partir de un informe elaborado por Dieter Schwarz titulado “ Para avivar el odio hacia los judíos en contubernio con los masones, los nazis encontraron una magnífica fuente de inspiración en los famosos Protocolos de los Sabios de Sión. Con la utilización tendenciosa de este disparatado panfleto, la historia del antisemitismo alcanza el más grotesco de los paroxismos, además de ser el origen, meramente especulativo, de la conjura de judíos y masones. La primera edición de los Protocolos se remonta a 1903, cuando aparece publicado entre el 26 de agosto y el 7 de septiembre en el periódico ruso Znamya. A partir de este momento el panfleto conocerá varias reediciones, una de las cuales es la que hace Serguei Nilus en 1905, al incluirlo en uno de sus libros, bastante tendencioso por cierto, y no menos disparatado que los propios Protocolos, donde defiende los regímenes autocráticos frente a los sistemas liberales. El libro de Nilus lleva el pomposo título de: Lo grande en lo pequeño. El Anticristo considerado como una posibilidad política inminente. Pero la cuestión fundamental se retrasa ya demasiado: ¿qué es eso tan peligroso que aparece en los Protocolos, y por qué lo utilizó Serguei Nilus para hacer una defensa de la autocracia? Muy sencillo. Aunque luego se ha demostrado que los Protocolos son un auténtico fraude y hasta un plagio de una obra anterior que ni siquiera trata la cuestión judía, la obra recoge las principales conclusiones de un supuesto congreso judío que versa sobre la posibilidad de adueñarse del control del mundo. Como se verá, el tema es jugoso y da para la producción de una de esas fantásticas películas de James Bond, el agente 007. Y así podríamos tomárnoslo, como un divertimento, si no fuera por las consecuencias catastróficas que ha tenido todo este tinglado. Personajes tan oscuros como Serguei Nilus y el propio Hitler sacaron sus propias conclusiones enseguida, de una perversidad sin límites: si los judíos pretenden conquistar el mundo, y ya han iniciado las primeras maniobras coloniales, los judíos son el enemigo y por tanto hay que acabar con ellos. Esta clase de razonamientos son los que mueven a las mentes reaccionarias, totalitarias, antisemitas y paranoicas, que enseguida comienzan a fantasear con todo tipo de supuestas conspiraciones. Un caso clarísimo es el de Nilus, quien en su libro fantasea hasta el delirio sobre la posible actuación de los judíos durante su conquista del mundo. Según Nilus, los judíos destruirán todas las religiones, acabarán con la idea de la familia tradicional, propiciarán la corrupción de las costumbres y distraerán a las masas con divertimentos, juegos y pasatiempos, estimularán sus más bajas pasiones, provocarán una guerra general, abolirán la enseñanza en las escuelas para que la juventud no judía sea analfabeta, y un larguísimo etcétera igualmente descabezado y rayano en la irracionalidad. A estas alturas de la película, supongo que el lector atento se habrá hecho ya las siguientes preguntas: ¿Cómo podrían los judíos llevar a cabo semejante plan? ¿Con qué ayudas contarían para adueñarse del mundo tal y como creían Serguei Nilus, Adolf Hitler, Francisco Franco y otros personajes de idéntica catadura moral? Pero supongo, igualmente, que ya sabrán la respuesta: pues a través de las logias masónicas, claro, en contubernio con ellas, pues la masonería, esa “sociedad secreta” de la que tanto se ha hablado, tendría ya desplegada por todo el mundo una infraestructura muy útil para estos propósitos. En tales ensueños perturbados, queridos niños, se encuentra el origen de la famosa “conjura judeomasónica”, en la que, de forma tan machacona, han insistido los partidarios de la leyenda negra de la masonería, que ven conspiraciones por todas partes. Por último, y para terminar este punto, ¿qué es eso del “Contubernio judeo-masónico-comunista? La respuesta debe ser rotunda: un simple disparate, el delirio paranoico en la mente de un autócrata. |